Saturday, October 21, 2006

Para que la imaginación sea libre hay que deshacerse del espíritu.

Me encontraba en la sala de emergencias de un hospital de lujo. En realidad no tenía ningún asunto que atender ahí. Un hombre, detrás de unas cortinas, me hizo señas para que entrara en su pequeño cubículo. Se trataba de un hombre parapléjico. Sin que yo le pidiera información alguna, comenzó a prevenirme de todas las cosas que cobran en ese hospital sin que lo cubran los seguros. No sabía cómo decirle que no me hacía falta esa información, mientras hablaba todo lo que quería hacer era buscar a la persona que acompañaba. Era calvo y su piel amarilla. Al final se despidió de mí chocando su puño con el mío, y me dio una palmada en la espalda. Pareciera que la única forma en que los inválidos pueden validarse a sí mismos es brindando cierto altruismo cómico y absurdo, el cuál en realidad quién más lo necesita son ellos mismos. Pensé en mi mismo, y en todos los artistas y pensadores que admiro. Mientras veía a todas las personas que llegaban al hospital y olía el confuso aroma de la descomposición, no hice otra cosa más que mantenerme en silencio.

Sunday, October 15, 2006

La pesadilla de no saber por quién sangrar.

Saturday, October 14, 2006

Me tienta la banalidad. En ella no hay destrucción. Uno no tiene que creer en la literatura ni nada, sólo en el placer. En el cuidado de sí. El único incoveniente es que no sé sí si soy apto para ella, aunque tampoco lo soy para alejarme. Cómo siempre, me quedo flotando en los intersticios.

El trabajo del escritor es darle otro nombre al vacío, situar su mirada en la morada y vislumbrar su desierto.

Sunday, October 08, 2006

Si el encuentro es posible seguramente será fugaz.