Sunday, January 17, 2010

La revelación que se pierde en un instante, la fugacidad de un rayo de luz: la paz, solo un momento. Pero vaya regocijo. Renacer, como morir, no tiene una duración medible. Los momentos en que la realidad la palpamos de la manera más intensa también es cuando el mundo parece que se nos desvanece, porque no estamos acostumbrados a percibir con los sentidos exaltados, lo cotidiano es que estos estén dormidos, que sean presa del hábito. La iluminación es un aturdimiento incomunicable. Y a veces ni nos damos cuenta que está ahí. Por eso es que hay que desconfiar de la razón consciente: nunca aprehende lo más íntimo. No hay confesión verdadera, aunque sea hacía nuestros adentros. La máxima aspiración: ser un autómata espiritual.

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