Wednesday, August 31, 2005

"Ella (se) escribe.
En ella revierte el estilo.
Más aún: si el estilo era el hombre (como el pene sería, según Freud, “el prototipo normal del fetiche”) la escritura sería la mujer.
Aunque la “verdad” no fuera más que una superficie, sólo llegaría a ser verdad profunda, cruda, deseable, bajo el efecto de un velo: que la cubra. Verdad no suspendida por las comillas y que recubre la superficie de un movimiento de pudor.
Bastaría con suspender el velo o dejarlo caer de otra manera para que no hubiera más verdad, o unicamente la “verdad” - escrita así. El velo/cae.

"Desde el momento en que la cuestión de la mujer suspende la oposición decidible de lo verdadero y lo no-verdadero, instaura el régimen periódico de las comillas para todos los conceptos pertenecientes al sistema de esta decibilidad filosófica, descalifica el proyecto hermenéutico postulando el sentido verdadero de un texto, libera la lectura del horizonte del sentido del ser o de la verdad del ser, de los valores de producción del producto o de presencia del presente, desde ese momento lo que se desencadena es la cuestión del estilo como cuestión de la escritura, la cuestión de una operación espoleante más poderosa que todo contenido, toda tesis y todo sentido.

El espolón estilizado atravieza el velo, no lo desgarra únicamente para ver o producir la cosa misma, sino que deshace la oposición a sí, la oposición plegada sobre sí de lo velado/desvelado, la verdad como producción, desvelamiento/disimulación del producto en presencia. Ni retira ni deja caer el velo: delimita la suspensión - el periodo."-Jacques Derrida, Espolones. Los estilos de Nietzsche

0 Comments:

Post a Comment

<< Home