Friday, May 19, 2006

Escribir un diario personal sabiendo que el lenguaje no es nuestra morada, crear un vacío en su centro: observar y describir en voz baja como nos construimos con palabras, para después volver a leernos y desconocernos en ellas. Atestiguar de como lo único de lo que puede recordarnos una forma es un instante en la metamorfosis que ejerce el tiempo en nosotros.

Y aún así, saber que el zumbido de las abejas no puede escucharse en el encuentro de dos corrientes de agua.

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